Dejar el cuidado de un familiar cercano o un ser querido en manos de otras personas puede ser una decisión difícil e incluso dolorosa, que en ocasiones genera un sentimiento de culpa o tensiones en el núcleo familiar por las diferentes opiniones e incluso por sentimientos encontrados dentro de una misma persona. Si finalmente se toma la decisión de acudir a un tercero (ya sea una institución o un cuidador), es frecuente pensar que uno como familiar no ha hecho todo lo que estaba en su mano, o que no ha actuado como debería.
En esta situación hay que reconocer las emociones que se sienten, en vez de negarlas, pues son parte de cada persona y pueden ayudarnos en la adaptación al cambio. Lo más importante es identificarlas y tratar de manejarlas para evitar que nos controlen.
Generalmente el cuidador o cuidadora principal se siente en la obligación moral de llegar a las condiciones más extremas de cansancio y estrés, o incluso enfermar antes de atreverse a plantear el tema ante la familia. En estos casos, a la culpa y la tristeza se suma la extenuación, que complica el proceso y amplifica las emociones.
Por eso es importante cuidar de los cuidadores y no permitir que lleguen a situaciones de desbordamiento, que serán mucho más difíciles de gestionar.
¿Cuál es la mejor manera de cuidar a la persona mayor?
Depende de la situación de cada persona, pero en general cuando el grado de dependenciaaumenta, la opción más satisfactoria son los centros residenciales o cuidados especializados en casa, ya que son una buena opción para personas con autonomía o un grado de dependencia moderado, y una alternativa para atender el agotamiento del cuidador o cuidadora habitual.
Los centros residenciales pueden ser una buena opción para personas con autonomía o con un grado de dependencia moderado. Así mismo empresas e instituciones ofrecen la posibilidad de apoyar el cuidado desde casa, sin la necesidad de recurrir a residencias y con la presencia de profesionales capacitados que atiendan las necesidades individuales, adaptándose a la dinámica familiar mientras brindan ese apoyo técnico y la experiencia en cuidados, que muchas veces nosotros como familiares no tenemos.
En definitiva, la decisión de delegar el cuidado de nuestros seres queridos a otros, es casi siempre una de las más difíciles de tomar, debido a las implicaciones emocionales que supone. Por eso es fundamental tener información sobre todas las las opciones, conocer las características y servicios que ofrecen los diferentes centros, y planificar el proceso de adaptación.
Igualmente es importante ser capaces de entender los sentimientos de todos los familiares que forman parte de la toma de decisión, mostrar sensibilidad y empatía hacia ellos, y expresar nuestros temores y dudas con total sinceridad.
Recuerda que buscar un tercero para cuidar de tu familiar, no es un proceso que se vive en solitario:los centros residenciales y empresas especializadas como SMID cuentan con profesionales que comprenden la situación de la familia y de la persona mayor, harán todo lo posible por facilitar la transición.
Recuerda que no es una decisión irreversible: si el resultado no es satisfactorio, si el familiar no se adapta, siempre podrás valorar otras alternativas.